Sunday 11 de April de 2010, 17:10:10

Sexta etapa del GR92, desde el costero pueblo de L'Escala hasta Torroella de Montgrí, situado en el interior, con un recorrido de 19,5 kilómetros. El primer tramo transcurre paralelo a la costa para posteriormente girar hacia el interior, teniendo dos partes bien diferenciadas, la primera al lado del mar con unas vistas excepcionales y la segunda por tramos de pista forestal, aunque con el aliciente de subir hasta el castillo de Montgrí, en lo alto del macizo del mismo nombre.

Retomamos el GR92 nuevamente desde el paseo marítimo del pueblo de L’Escala, el cual todavía sigue siendo uno de esos pueblos que a pesar de la llegada masiva del turismo mantiene cierto encanto como pueblo de pescadores, afortunadamente no se ven demasiados complejos de apartamentos y hoteles como en otros muchos pueblos de la Costa Brava.

Hemos dejado el coche en Torroella de Montgrí y hemos venido hasta L’Escala en el autobús de la Sarfa, que tras un trayecto de 20 minutos nos ha dejado en la estación de autobuses del pueblo, situada a unos 400 metros de la playa en el interior.

Salimos del paseo marítimo en dirección al final del mismo, hacia la derecha mirando hacia la playa. Este paseo está totalmente asfaltado y hay mucha gente paseando en todas direcciones, nada que ver con los parajes solitarios que encontraremos unos kilómetros más adelante. El día se presenta soleado aunque hemos salido bastante tarde debido al horario de los autobuses que hay en esta época del año, pero confiamos en llegar a Torroella antes de que anochezca.

En cuestión de pocos minutos llegamos a la playa de Riells, donde ese día hay instalado mercado ambulante, pero no queremos perder tiempo en mirar nada así que continuamos siempre en primera línea de playa bordeando el paseo marítimo, a medida que nos vamos alejando del núcleo más habitado vamos viendo menos gente. Enseguida llegamos al puerto deportivo donde hay atracadas diversas embarcaciones de variados tamaños. En cuanto llegamos al final de puerto nos damos cuenta que no hay rastro del camino ni de pintura, es más, no hay salida posible por lo que deducimos que nos teníamos que haber desviado antes. Una persona que nos vio con cara de despistados nos indicó el camino que debíamos seguir cuando nos vio allí atascados, efectivamente hay que girar hacia la derecha al llegar a unos talleres de naútica que hay, y enseguida el camino ya se convierte el tierra de nuevo, no nos gusta nada caminar sobre asfalto pero hay tramos en que es inevitable.

Justo a la salida del puerto encontramos unos búnkeres de la guerra, junto a un cartel que nos indica la dirección a seguir hacia Illa Mateua y Cala Montgó. El camino en este tramo va paralelo a la costa unos cuantos metros por encima del agua, ya que en algunos momentos se eleva bastante y forma unos acantilados bastante espectaculares. En medio del agua, a unos 300 metros mar adentro se encuentra la curiosa roca del Salpatx, que tiene forma de bota, se hace raro ver esa roca tan solitaria ahí en medio de la nada, cosas de la naturaleza. Las vistas en este tramo son excepcionales a banda y banda. A un lado del camino, por encima de uno de los acantilados encontramos un ramo de flores con una foto y un nombre de un chico muy joven, parece ser que hace años tuvo un accidente mortal aquí y se le ha querido dejar ese pequeño homenaje, tanto Marta como yo nos quedamos muy serios al ver aquello y continuamos caminando.

Ahora el camino se adentra unos pocos metros y atraviesa un pequeño bosque, cosa que agradecemos al tener algo de sombra en este día caluroso, para en unos minutos abrirse el paisaje y permitirnos contemplar las primeras casas de Cala Montgó. Enseguida llegamos a esta zona habitada pasando junto a la Illa Mateua, un pequeño islote que hay junto a la costa pero que no tiene ningún atractivo e incluso se ve inaccesible. Pensamos que el camino va a continuar bordeando toda la costa pero vemos que la pintura tira hacia el interior, cosa que hace que perdamos el rastro de nuevo ya que en un momento dado las señales no son visibles a simple vista y se pierden. La verdad es que desde que hemos salido de L’Escala la señalización ha sido bastante mala aunque el camino a recorrer es bastante evidente. Tras leer de nuevo la reseña que llevamos del sendero, intuimos la dirección que debe seguir el sendero, y efectivamente encontramos de nuevo las señales, lo que nos hace respirar aliviados, es una alegría ver siempre la pintura cuando se pierde el rastro. Ahora el camino discurre por las calles de esta urbanización junto a espectaculares casas, para finalmente acabar llegando a la propia Cala Montgó, que da nombre a este conjunto de viviendas. La verdad es que la cala es preciosa, nos recuerda mucho a la Cala Joncols que ya atravesamos en la tercera etapa, se parecen bastante. Descansamos unos pocos minutos, me imagino que este paraje en pleno verano tiene que estar a tope de gente.

El camino sale por la otra parte de la cala y comienza a ganar altura de nuevo, en un tramo de los llamados “caminos de ronda” que recorren parte de la Costa Brava. A partir de este punto la señalización es mucho mejor, se ve que las marcas son mucho más recientes y son más visibles. Este tramo que estamos recorriendo diría que es de los más espectaculares e impresionantes de todo lo que llevamos recorrido del GR92, ya que va bordeando los acantilados, en algunas ocasiones el camino pasa a menos de un metro del borde del precipicio, lo que hace que no puedas tener ningún tropiezo o tendrá consecuencias que pueden ser fatales, la verdad es que impresiona caminar a tan poca distancia del barranco, aunque siempre tenemos la posibilidad de ir caminando un poco más arriba pero eso le quitaría parte de la emoción y las vistas de este tramo, el camino discurre entre árboles y sus raíces que sobresalen del suelo.

Cala Montgó va quedando cada vez más atrás y el paisaje va ganando espectacularidad, vemos que en uno de los acantilados hay algunos escaladores subiendo por el mismo, tiene que ser una pasada estar escalando a pie de mar con las olas rompiendo debajo de ti. Llegamos a una diminuta cala con agua cristalina, lástima que no haga más calor y lleve el bañador que sino… Ahora el camino comienza una buena subida para ganar altura y cruzar por medio de la punta Ventosa, ya que rodearla supone una vuelta impresionante. Casi hacia el final de la subida se abre un pequeño mirador desde el que se puede ver un acantilado impresionante. Bueno, más que ver, diría intuir, porque realmente es tan impresionante que ni me atrevo a asomarme por allí, es acojonante la altura que tiene, diría que unos 90 metros totalmente en vertical por debajo de mis pies. Marta ni se acerca al borde, aquello da un vértigo impresionante. Continuamos la subida en enseguida y llegamos a la punta Ventosa, un estupendo mirador de la zona que acabamos de atravesar. Al fondo todavía conseguimos ver el cabo de Norfeu, que dejamos atrás hace ya muchísimos kilómetros en etapas anteriores.

Descansamos y hacemos algunas fotos en este privilegiado mirador. La zona está llena de búnkeres también, y mientras Marta descansa un poco aprovecho para meterme dentro de uno de ellos, la verdad es que es bastante profundo y me imagino como debía ser aquello cuando estaba en funcionamiento, con soldados y munición llenando el búnker para protegerse del enemigo, es una sensación extraña, no recomendada a quien tenga claustrofobia.

A partir de este punto el camino cambia radicalmente, hasta ahora hemos venido siguiendo el contorno de la costa con paisajes y acantilados espectaculares, pero ahora nos espera un largo tramo de pista forestal que se adentra hacia el interior, lástima que no sigamos por la costa con lo atractivo que estaba resultando. Este tramo se hace más monótono, sobretodo el primer tramo de pista ya que es totalmente recto y no se le ve ni el final, completamente llano, y aunque discurre entre árboles tenemos el sol de frente y pocas sombras hay, se hace un poco pesado caminar por allí. Tras unos cuantos minutos por fin cambia de dirección aunque siempre siguiendo por pista forestal, la señalización aquí vuelve a ser más escasa, en algunos momentos deducimos por dónde va el recorrido porque solo vemos la pintura en forma de “X” que nos indica que por ahí no es, pero la marca con la dirección correcta no aparece, cosa que nos extraña bastante, las señales aparecen cada varios cientos de metros.

En un momento dado, en medio de una larga recta de pista forestal, vemos un cartel que indica un desvío hacia Cala Pedrosa a la izquierda, pero parece como si fuera un itinerario para bicicletas, y en cambio no se ve ninguna señal del GR que marque la dirección a seguir. La reseña indica que debemos desviarnos hacia la derecha en medio de esa recta, pero al no ver ninguna marca, por mucho que miramos, decidimos continuar unos cientos de metros más. El problema es que tras caminar algunos minutos más y no ver más marcas, deducimos que el camino debía seguir hacia la derecha en el cruce que dejamos atrás, por una pista ancha que salía de allí, así que decidimos darnos media vuelta hasta llegar de nuevo a ese punto. Por mucho que miramos seguimos sin ver nada de pintura, pero como ya hemos perdido bastantes minutos, decidimos tirar hacia allí, con la brújula compruebo que la dirección es la correcta, así que confiamos en encontrar de nuevo marcas más adelante.

La verdad es que caminamos bastante tiempo sin ver ninguna marca (¿se le acabó el bote de pintura al cuidador del sendero?). Decidimos seguir la dirección que marca el mapa y la brújula, damos por perdido el camino del GR y ya llegaremos por otro sitio. Finalmente encontramos un cruce donde hay un Sendero Local (SL son sus siglas) marcado con pintura blanca y verde, del cual ahora no recuerdo el nombre, pero que se adentra por el bosque y va siguiendo un estrecho sendero entre árboles que resulta mucho más entretenido que todo el tramo de pista forestal que llevamos recorrido desde que salimos de punta Ventosa. Este trozo es completamente llano, y por la dirección que sigue intuyo que tiene que acabar cruzándose con el GR92. Este Sendero Local está bien señalizado y cada cierto tiempo pasa por lugares (están indicados) que explican el pasado de esta zona. Aquí las referencias son totalmente nulas, el bosque nos rodea y no vemos más allá de 30 metros, así que no nos queda otra que continuar caminando por allí. Efectivamente, el camino acaba enlazando con el GR varios cientos de metros más adelante y nos alegramos muchísimo de volver a encontrar el camino correcto!

De todas formas el camino sigue sin mostrar referencias ya que el bosque continúa muy denso, este trozo nuevamente va por una pista más ancha donde coincide en este tramo con el SL que habíamos venido siguiendo. Tras una larga caminata sin demasiados alicientes, llegamos a un pequeño núcleo de casas y luego pasamos al lado de un enorme depósito de agua, ahora la pista está asfaltada durante unos metros y comienza a subir un poco. Enseguida llegamos al área recreativa de Coll de les Sorres,  donde aprovecho para llenar la cantimplora que ya estaba en la reserva, y descansamos un poco antes de emprender la subida final hacia el macizo de Montgrí, desde aquí todavía no se ve el castillo ya que queda por detrás. El camino de subida se ve perfectamente desde abajo, y desmoraliza un poco verlo ya que después de todos los kilómetros que llevamos recorridos tener que subir ese desnivel te acaba de rematar las fuerzas.

La subida se hace durilla y comienza a soplar un viento bastante incómodo que nos obliga a sacar las chaquetas de nuevo, se nos está haciendo tarde y el sol en poco tiempo ya no estará con nosotros, no podemos perder tiempo. Casi al llegar arriba el camino gira hacia la derecha para bordear la cumbre y acaba llegando arriba junto a una caseta de color blanco que hay cerca de la cima, bueno, de hecho la cima es muy extensa y ni se aprecia cual es el punto más elevado. Pensábamos ver el castillo al llegar ahí pero todavía no se ve, aún tenemos que atravesar toda la cima hasta la parte opuesta, donde por fin conseguimos ver el castillo. Lo malo es que para llegar hasta él primero tenemos que descender hasta un collado para luego subir por la vertiente opuesta, por una zona que vista desde aquí no tiene ningún camino visible, solamente vemos una pared bastante vertical y nos preguntamos cómo vamos a subir por ahí…

Bajamos hasta el collado que separa las dos cimas y comenzamos a remontar la subida final hasta el castillo, el tramo es bastante vertical pero se sube sin ningún problema y tampoco es demasiado expuesto, el problema es más encontrar las señales que no la propia subida. En pocos minutos por fin conseguimos llegar al castillo de Montgrí, se ve muy bien conservado por fuera y está en un sitio muy destacado, lo que lo hace visible desde muchos kilómetros a la redonda. Damos la vuelta completa al castillo y vemos que la puerta está abierta, desconocía si era visitable pero vemos que podemos entrar entre sus muros, tiene un patio interior bastante grande, y nos encontramos con la sorpresa de que se puede subir por una de las torres a lo alto de las murallas del castillo, donde las vistas son mucho mejores, abajo queda el pueblo de Torroella de Montgrí, punto final de esta etapa. Nos hacemos unas cuantas fotos y comenzamos a bajar rápidamente, ya está comenzando a oscurecer y todavía nos queda todo el tramo de bajada, sin pérdida de tiempo tiramos a toda prisa hacia abajo, el pueblo parece cerca pero la bajada se hace más larga de lo esperado, tan larga que llegamos al pueblo casi sin luz, aunque llevaba el frontal igualmente por si acaso pero al final no lo tuve que sacar, entramos por fin en el pueblo completamente de noche y nos dirigimos hasta donde habíamos dejado aparcado el coche para volver a casa y poder descansar un poco, hay que reponerse hasta la siguiente etapa que ya tenemos ganas de hacer…

�lbums de Fotos relacionados:

• GR92 - ETAPA 6: DE L ESCALA A TORROELLA DE MONTGRI