La idea inicial era hacer el recorrido circular saliendo desde Vallter 2000 subiendo el Pic de la Dona, Bacivers y Bastiments, pero el "torb", una impresionante ventisca de nieve y fuertes vientos nos hizo retroceder a mitad de camino, convirtiendo la vuelta en una pesadilla para conseguir salir de allí, con el resultado de congelación en dos dedos de la mano
Hoy nuevamente queremos acercarnos a los Pirineos a hacer una excursión, en esta ocasión queremos hacer un recorrido circular saliendo desde la estación de esquí de Vallter 2000, para subir el Pic de la Dona, el Bacivers, el Bastiments, y vuelta a Vallter pero… finalmente tuvimos que dar media vuelta, una gran ventisca con fortísimos vientos que levantaba mucha nieve, conocida como “Torb” nos hizo dar marcha atrás, las condiciones se volvieron muy peligrosas para continuar, y el resultado de este intento fue un par de dedos de la mano congelados intentando salir de aquel infierno…
Nuevamente me acompaña mi primo Esteban alias “Lute”, ya teníamos ganas que llegara este día porque teníamos el “mono” de montaña, ya que no habíamos podido quedar antes por temas de un montón de trabajo que tenía yo.
Como siempre nos pegamos el madrugón, hay que aprovechar las pocas horas de luz que hay en esta época al máximo, así que la idea es comenzar a caminar en cuanto salga el sol. Salimos a las 5 de la noche hacia Setcases, a estas horas la autovía está casi desierta y vamos a buen ritmo. Antes de comenzar queremos tomar un café en algún sitio pero nos encontramos que después de recorrer todo Camprodón y Setcases a esas horas todavía no hay nada abierto, así que nos tenemos que quedar con las ganas de tomar algo calentito, ya que al llegar a la estación de esquí la cafetería está cerrada también, cosa lógica ya que son las 7:30 de la mañana cuando comenzamos a caminar, la temperatura a esa hora es de -3 grados, tenemos que entrar rápido en calor así que nos ponemos a caminar enseguida.
Nada más salir… zaassss!! Me doy un resbalón que me tira al suelo, una fina capa de nieve recubre tramos con hielo puro, tendremos que ir con cuidado, al comienzo hay muy poca nieve por lo que optamos de momento por ponernos solo las polainas pero no los crampones, ya que la nieve no está excesivamente dura y podemos pisar bien sólo con las botas.
Comenzamos a ganar altura remontando el camino que nos llevará hasta la Portella de Mentet, es una subida constante pero que se sube muy bien sin ninguna complicación, a esa hora ya hemos entrado en calor aunque se nota el frío exterior en cuanto paramos un rato. Finalmente llegamos a la Portella de Mentet, estamos justo en la frontera entre España y Francia y en este punto comienza a soplar un viento moderado que viene de la parte francesa, el cual hace que se nos comiencen a pegar algunos copos de nieve ya que levanta parte de la nieve que hay en la cara norte.
A partir de ahora se trata de ir siguiendo la cresta hacia la izquierda hasta llegar al Pic de la Dona, sorprendentemente nos encontramos que la cresta está casi limpia de nieve porque el fuerte viento la levanta toda y no deja casi nada en el suelo. Hoy nos habíamos traído también las raquetas de nieve pero viendo como está el camino vemos que no las vamos a necesitar, si luego nos sobra tiempo ya las probaremos abajo cuando volvamos si no tenemos ocasión durante la excursión.
Vamos progresando por la cresta y enseguida nos damos cuenta que vamos a tener todo el rato el viento lateral, de momento es soportable aunque incómodo porque a rachas sopla fuerte y con toda la nieve que levanta nos resta mucha visibilidad, aunque el camino no tiene ninguna pérdida ya que se trata de ir siguiendo la cresta, en algunos momentos nos bajamos un poco de la cresta para seguirla un poco por la parte de abajo para que el viento no nos dé directamente. El cielo se va tapando cada vez más y casi no vemos la estación de esquí abajo ni el Gra de Fajol enfrente.
Por fin llegamos al Pic de la Dona, es una cima bastante redonda donde sólo hay un montículo de piedras en forma de círculo por lo que deducimos que estamos arriba del todo ya que no se ve ninguna elevación cerca con más altura. El viento está soplando cada vez más fuerte así que nos apresuramos a hacer las fotos de rigor aunque la nieve también da en la cámara y la tenemos que proteger para que no se moje. Estamos contentos de haber conseguido la primera cima del día y hemos llegado relativamente rápido y no estamos demasiado cansados, la subida ha sido constante y continua pero muy fácil.
Después de una pequeña parada decidimos seguir por la cresta, dudamos si bajar hasta el lago de Bacivers para luego remontar hasta el pico del mismo nombre y volver por el Bastiments, o si seguir la cresta hasta el Bastiments y luego el Bacivers, sin dejar en ningún momento la cresta. Viendo que las condiciones no son las más idóneas optamos por continuar en todo momento por la cresta, así no habrá pérdida posible hasta nuestros objetivos.
Continuando el camino pasamos por el Puig de Ombriaga, una pequeña elevación que encontramos por el camino pero que pasa muy disimulada. El viento sigue soplando sin cesar y a partir de este tramo nos encontramos con nieve más dura así que optamos por parar un momento y ponernos los crampones para más seguridad, y hacemos bien ya que en algunos tramos en el camino hay más hielo que nieve.
Llegamos al collado de la Geganta enseguida, ya que por la cresta el camino no gana ni pierde excesiva altura por lo que avanzamos a buen paso. Delante nuestra vemos la cresta que nos llevará hasta el Bastiments, en su parte final se ve con mucha pendiente pero vamos bien de tiempo así que nos lo tomaremos con calma.
Comenzamos a progresar por la cresta cuando de repente el viento comienza a ganar en intensidad, y a ratos sopla tan rápido que nos tenemos que agachar para que no nos dé tan fuerte ya que si nos quedamos de pie tiene tanta fuerza que nos tira al suelo. Algunas rachas de viento son muy violentas y con toda la nieve que arrastra nos ha quitado toda la visibilidad por completo, tengo al Lute a 3 metros de mí y no lo veo!!!
El avance se está volviendo muy penoso, nos pasamos más rato tumbados en el suelo para que nos tire el viento que caminando, las rachas de viento cada vez son más fuertes y no tiene pinta de aflojar, si seguimos caminando por la cresta vamos a estar continuamente expuestos al “Torb”. Grito a mi primo para ver cómo está pero no me oye, el viento sopla tan fuerte que se lleva mis palabras y no le llegan, aquello se ha convertido en un verdadero infierno y tenemos que salir de allí como sea, si el viento no acaba con nosotros lo hará el intenso frío que hace porque al estar tan parados lo notamos mucho más y eso que vamos bien abrigados.
Cuando por fin consigo alcanzar al Lute le grito que tenemos que salir de aquí como sea, que continuar es demasiado arriesgado y todavía nos queda un buen trozo por delante. Siempre que vamos a la montaña decimos que nada nos detendrá pero en esta ocasión la montaña nos está diciendo que NO, que hoy la montaña manda y no nos quiere dejar subirla, tenemos claro que no podemos llevar la contraria a la naturaleza y hoy hemos perdido, pero más vale perder que tener que jugarnos la vida, así que toca dar media vuelta para salir de allí como sea.
Una vez tomada la decisión de no seguir y viendo que el temporal no cesa sino que va en aumento decidimos bajar directamente por la ladera en vez de regresar por la cresta hasta el collado de la Geganta, que habría sido el camino más fácil pero no tenemos nada de visibilidad y no sabemos cómo queda de lejos ya que la visibilidad es nula y no vemos nada por delante.
De repente comienza a soplar una racha de viento muy fuerte, fortísima, tanto que no podemos estar de pie porque nos tira así que nos ponemos agachados, pero es tan fuerte que aún así nos tira por lo que optamos por tumbarnos completamente en la nieve, aquí pasé uno de los peores momentos que he tenido en la montaña… estando completamente tumbado el viento me arrastraba por el suelo!!! Por suerte pude clavar los crampones contra el hielo y quedarme así sujeto hasta que pasó esa racha tan fuerte de viento. No podía ver a mi primo pero le miré de reojo y vi que estaba sujeto a una piedra grande que había en el suelo para que no se lo llevara el viento. Según me contó después, esa racha tan fuerte le había hecho rodar por el suelo y tuvo la suerte de poder sujetarse a esa piedra ya que de lo contrario podría haberse ido ladera abajo, estábamos encima de la cresta y aunque era bastante ancha (unos 7 metros) teníamos dos laderas muy empinadas a cada lado.
El susto que nos llevamos los dos fue tremendo, nunca imaginamos que el viento pudiera tener tanta fuerza como para arrastrarnos, en ocasiones había oído hablar del “Torb” en la montaña pero hasta que no lo vives y estás metido dentro no te puedes ni imaginar lo peligroso que es, había leído varias noticias en las que algunos montañeros habían muerto a causa de este fenómeno y ahora lo entiendo mucho mejor, porque el viento sopla por encima de los 100 km/h, la sensación térmica baja muchísimo la temperatura y la visibilidad es casi nula por toda la nieve que levanta, no ves ni a dos metros de ti.
En cuanto paró un poco le grité a mi primo que había que salir de allí cagando leches, ya que otro golpe de viento podía empujarnos ladera abajo, era algo impresionante, ambos pasamos miedo de verdad al ver la violencia de esa ventisca. Comenzamos el peligroso descenso por una ladera con unos 60 grados de inclinación pero no teníamos otra opción. Para bajar más seguros paramos un momento para sacar los piolets de la mochila, y ahí es donde cometí un grave error: para poder cogerlo mejor me quité los guantes ya que son muy gordos y no permiten agarrar bien las cosas, y en cuestión de un par de minutos me encontré con ambas manos recubiertas de cristales de hielo, no me sentía las manos de heladas que estaban y me dolían muchísimo. Por fin pude sacar el piolet y ponerme los guantes de nuevo, que junto con la reanudación de la marcha hizo que poco a poco fuera entrando en calor de nuevo.
El tramo de bajada era corto pero bastante vertical, por suerte la bota clavaba bien en la nieve y pudimos descender de una forma bastante rápida hasta llegar al pie de las pistas de esquí, el viento no había dejado de soplar ni un solo momento, se colaba por todas partes y en ningún sitio estábamos resguardados. Por suerte finalmente llegamos a las pistas y pudimos respirar tranquilos, ya que lo peor había pasado, miramos hacia arriba y veíamos los remolinos de nieve que formaba el viento, hacía pocos minutos estábamos metidos de lleno en esos remolinos, fue una experiencia que no recomiendo a nadie. Pero por otro lado nos alegramos de haber dado media vuelta a tiempo, no queríamos ni pensar que hubiera ocurrido si hubiéramos continuado subiendo por la cresta hasta el Bastiments en esas condiciones…
Justo cuando comenzamos a descender ya de una forma mucho más suave por el valle al Lute se le rompió uno de los crampones, se había partido en dos una pieza metálica que lleva y se le salía de la bota. Menos mal que se rompió en este sitio porque si le llega a ocurrir cuando todavía estábamos arriba lo habría pasado bastante mal para descender sólo con un crampón y se habría vuelto muy peligroso para él, no es normal que esa pieza se parta en dos pero así fue, hacía poco que los había comprado y le jugaron esa mala pasada, ambos nos quedamos muy sorprendidos.
Como ya estábamos al lado de las pistas, al final decidimos ponernos las raquetas de nieve para descender, ya que así avanzaríamos más rápido, y efectivamente comenzamos a tirar hacia abajo de una forma mucho más rápida y ágil, las raquetas iban perfectas para el tipo de terreno que nos quedaba por delante.
En cuestión de poco tiempo conseguimos llegar abajo a las instalaciones de Vallter, nos dirigimos al coche y nos pusimos a ordenar un poco todos los trastos, y aprovechamos para comer ya que no habíamos tenido ocasión de probar bocado ni de beber aún con esas condiciones, los bocatas se habían quedado helados y una botella de agua que llevaba de plástico se había congelado por completo, menos mal que llevaba también la cantimplora.
Después de comer nos dirigimos a la cafetería a entrar un poco en calor y tomar algo caliente. Fue en ese momento cuando me di cuenta que dos de los dedos de la mano no me los notaba aún, en el resto de las manos ya había recuperado la sensibilidad por completo pero tenía esos dos dedos sin sensibilidad, y eso que ya estaban calientes. No le quise dar mucha importancia y pensaba que ya se me pasaría pero cuando llegué a casa todavía seguían igual, y como al día siguiente no habían mejorado finalmente opté por ir al médico, quien me confirmó que tenía congelación interna en esos dos dedos y que tardaría entre 3 y 4 semanas en recuperar la sensibilidad, seguramente fue cuando me quité los guantes por un momento, a partir de ahora creo que no lo voy a hacer nunca más…
Era mediodía y ya estábamos abajo, las condiciones tan adversas nos habían obligado a retirarnos antes de tiempo, y aunque pensamos en quedarnos un rato más por la zona para hacer alguna cosa más, al final decidimos que por hoy ya habíamos tenido suficientes emociones y que en otra ocasión ya tendríamos tiempo de volver con mejores condiciones, así que optamos por subir al coche y regresar de nuevo a casa, con una sensación agridulce por el día de hoy, algo tristes por no haber conseguido los objetivos que teníamos planteados pero a la vez contentos de haber tomado la decisión correcta de darnos media vuelta, nuestra seguridad está por encima de todo y hay momentos en los que hay que tomar este tipo de decisiones, porque es la montaña quien manda y pone las reglas, en esta ocasión nos ha dejado volver a casa…